CARACOLA
Recuerdo que hace tiempo
caminé por las playas del Pacífico.
Por ahí donde hay una línea de quiebre,
de inflexión entre la pendiente de la arena tibia
y la pendiente de la playa que se sumerge abruptamente,
como si quisiera permitir a la ola siguiente
un arco más alto,
un permiso para llevarse a la caracola abandonada en la arena…
Casi un permiso,
porque al caer la ola la arena abraza todo objeto:
caracola o alga, huella o piedra,
todo en la superficie de la playa queda, al pasar
la ola,
un poco más acá, más hundido en la arena ,
un poco más allá, más arrastrado por la ola…
pero siempre como en un hueco
húmedo, profundo y turbulento…
A veces, mucho antes de conocer esa playa,
sentí que era esa caracola.
ACERCA DE MI RISA
No tengo certeza de cuándo perdí la risa,
pero seguro que fue de tarde,
a esa hora gris en la que se me perdieron tantas
cosas,
ahogada en una amargura de cristales de sal
extraviada en laberintos de esperas oscuras.
Lo que sí tengo presente,
a contraluz de cada instante,
es cuándo la encontré:
agazapada en un rincón azul,
esa vez que destruiste con cuatro palabras simples
cien laberintos y una torre salada de cristal,
esa vez que acurrucada en tus brazos
se me escaparon tres lágrimas.
De a poco se desperezó,
se estiró como un gato al sol,
se sacudió los calambres.
Un buen día me miré al espejo
y la encontré instalada en mi cara.
Bellos poemas. Gracias por compartir.
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