Tengo una teoría, más bien la seguridad consolidada por la experiencia,
que sostiene
que el amor es uno, único y eterno. Que
lo que solemos llamar amor no es más que la
práctica sucesiva y hasta quizás
simultánea de esfuerzos para alcanzar al verdadero
amor. Que esa práctica por eso mismo,
está impregnada del verdadero amor, pero en
una expresión imperfecta.
Su ejercicio nos permite acercarnos cada
vez más al estado del amor: desinteresado,
fiel, bondadoso, tolerante y eterno.
Mientras, andamos errantes e
insatisfechos, buscando al objeto, cuando en realidad, el
amor sólo tiene sujetos, seres en total
uso de su libertad que la viven despojados de su
egoísmo....
De vez en cuando, y algunos de tanto en
tanto, llegan a tal estado, y entonces no hay
nada en el universo real o imaginario que
pueda destruirlo. Perdurará, trascendiendo
los vínculos, el amor impregnándolo todo
y derramándose sobre todos los que están a
su alcance.
Esa perennidad deviene de su propia
esencia, que le permite retroalimentarse, a la vez
que enriquece a sus sujetos. Es por eso
que no se acaba, porque se da sin medida
mutuamente, y por lo tanto es imposible
que alguna fuerza destructiva se genere en
esas circunstancias. El amor es
genuinamente creador, y a la vez necesita esa
expresión de una manera instrumental por
excelencia. ¿Que sentido tendrían si no las
musas inspiradoras, desencadenando las
obras de arte que nos sobrecogen con su
fuerza, o nos estremecen con su
profundidad; el acto sexual, como manifestación del
amor mismo, en el que se crean y recrean
sensaciones; y el acto creador por
excelencia, la decisión de engendrar a un
hijo, prolongada en el sublime instante de
dar a luz?¿Que sentido tendrían si no los
innúmeros y siempre nuevos gestos que fluyen
del amante al amado, en roles
continuamente intercambiados?
Se confunden los que creen que es amor
cualquier situación en la que existe el
egoísmo: ambos son incompatibles.
No es el amor el efecto de la
concurrencia de dos elegidos en un momento sublime e
irrepetible. Si ocurre una coincidencia
de dos entre los que el amor crece y se
multiplica, es porque ya aprendieron a
amar, o lo hicieron juntos, o el amor del uno
acompañó el crecimiento del otro.
Dirán los que llevan en su corazón las
heridas del desengaño que el amor no existe, o
que es veleidoso. A ellos les respondo
que el problema es que, si lo que experimentaron
no fue un intento egoísta de poseer a una
persona, quisieron atar el amor a esa
persona. El amor es tal que depende más
del que da que del que recibe. Si amaron
verdaderamente, el amor sigue en ellos,
no se acabó en el episodio que los lastimó. Hay
un inmenso potencial en quien ha amado,
porque puede volver a hacerlo, si comprende
esta verdad, y si es capaz de
reconocer al amor en su interior.
Una vez que lo alcanzamos, el amor se da
en múltiples expresiones que exceden la
relación de los amantes, no es posible
limitarlo, sino que se metamorfosea en amor
fraterno que construye vínculos más
fuertes que la sangre, en amor filial que da y
libera vida, en amor compasivo
derramándose sobre el dolor, en amor místico
contemplando la perfección divina,
siempre fluyendo en busca de sujetos, de seres a
quienes abrazar amorosamente.
No hay dependencia en el amor, porque la
fortaleza se vuelve apoyo y la debilidad se
vuelve oportunidad de crecimiento, de la
misma manera que no hay dominio, porque
hay servicio y tolerancia.
No hay temor en los que aman, porque nada
hay que perder, nada es posesión en el
amor, todo es, indubitablemente,
ser, y no tener.
No necesita el amor juramentar
fidelidad: la traición no está en su naturaleza.
No hay oscuridad: los que aman
irradian una luz interior que no puede ser sofocada.
No hay dimensiones: el amor no es grande
o pequeño, es, y punto. Transgrede los
límites temporales porque renueva el
pasado y hace continuo el presente, se proyecta al
futuro. Supera barreras físicas
trastocando la visión de un mundo limitado en tiempo y
espacio.
Si hay algo con permanencia indeleble,
con presencia irrebatible, con resistencia
infinita, si hay
algo que nos hace más que humanos, ese algo es el amor.
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